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Viernes 19 de Abril 2024

Ataúdes, producto que se niega a morir

 

En México, la elaboración de ataúdes o féretros es un oficio que no se deja morir por los fabricantes, pese a las grandes empresas y fuerte tendencia a incinerar a los muertos en lugar de enterrarlos. Martín Roberto Sierra González, segunda generación de productores dedicados a la elaboración de ataúdes metálicos, calificó a su ocupación […]


En México, la elaboración de ataúdes o féretros es un oficio que no se deja morir por los fabricantes, pese a las grandes empresas y fuerte tendencia a incinerar a los muertos en lugar de enterrarlos.

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Martín Roberto Sierra González, segunda generación de productores dedicados a la elaboración de ataúdes metálicos, calificó a su ocupación como “un trabajo artesanal. Me gusta porque son varios oficios, siempre me agradó el trabajo rudo”, expresó.

Su gozo por este trabajo comenzó desde hace 15 años, cuando ayudaba a su padre con el negocio familiar, actualmente dirige, junto con sus hermanos, Ataúdes San Martín en la Ciudad de México.

“Ya se me hace una cosa normal, como un carpintero o hojalatero, siempre lo he visto así porque uno no tiene contacto con los difuntos, sólo vendemos los féretros a las funerarias”, aclaró.

En el proceso se cortan, doblan, sueldan, pintan y tapizan los ataúdes de metal.

“Al día hacemos unas 12 cajas y al mes producimos más de 240, según el trabajo”, explicó.

Aunque su negocio es el metal, Martín no desconoce la línea de producción para la elaboración de ataúdes hechos de madera; él compra el casco o cajón en bruto y sus trabajadores lo lijan, barnizan y tapizan para su venta a funerarias.

Resaltó que la elaboración de ese tipo de cajas puede durar más de un día; “si no se trabajara en secuencia, además hay que sumar sus detalles, como los grabados”.

Respecto a los costos de producción, refirió que cada ataúd de metal le cuesta por todo el proceso cerca de mil 200 pesos y los de madera hasta dos mil 200 pesos.

Además, se venden los ataúdes de metal a las funerarias por mil 400 pesos y los de madera en dos mil 500 pesos.

“En la funeraria ellos pueden subir los precios, dado que te venden el paquete completo que es la carroza, embalsamado, ataúd y trámites de salubridad”, explicó.

Sostuvo que su negocio está enfocado más a la fabricación de féretros metálicos por sus costos, tiempo y demanda de los clientes.

Martín recordó que la venta de ataúdes tenía un patrón cada año, siendo de septiembre a febrero la temporada más alta y diciembre el periodo con mayor demanda por las funerarias.

Asimismo, explicó que otro factor en el descenso de sus ventas ha sido la preferencia por incinerar a los difuntos, dado que en las funerarias rentan y reusan los féretros hasta en más de cinco ocasiones.

“Entonces son ataúdes que dejas de vender. La funeraria sigue teniendo trabajo, pero el fabricante no”, lamentó.

Finalmente, no descartó la posibilidad de que el negocio de la fabricación de ataúdes pueda desaparecer en el futuro, debido a la llegada de nuevos productos que sustituyan a las cajas por féretros biodegradables o incluso por la saturación de los cementerios.

David Gutiérrez