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Martes 23 de Abril 2024

#OpiniónCapital La crisis del Estado

 

Esta semana termina con un grave cuestionamiento hacia las instituciones del Estado, porque ya no queda muy claro si están al servicio del pueblo o del poder en turno


Y terminamos tres semanas del llamado periodo de intercampañas.

Deberíamos de crear y patentar una cátedra sobre cómo enturbiar los procesos electorales desde la dialéctica hasta los procedimientos y nombrar a un consultor especial en los países que estén en tránsito o con procesos electorales complicados, porque seguro que con esta técnica podremos enseñar a los gobiernos del mundo a extender la tinta de calamar para que al final nadie entienda nada.

Y es que, así son los hechos y así son nuestras leyes. Y ahora, esta semana termina con un grave cuestionamiento hacia las instituciones del Estado, porque ya no queda muy claro si están al servicio del pueblo o del poder en turno.

Es interesante aunque también lamentable, el espectáculo que está dando el líder del Frente y su pelea con el poder investigador y multiplicador de la PGR.

Nuestro Estado está mal, está enfermo, y en muchos sentidos está en un grave retroceso, por ejemplo, en materia de seguridad, de justicia y de investigación.

Pero observen que esta vez da la impresión de que el trabajo es más obvio. Y ahora ganar la guerra mediática a cargo de Anaya es una cosa, y ganar el proceso de investigación es otra.

Es verdad que él fue a la PGR, pero también es verdad que se negó a declarar. Es verdad que pide a gritos que lo investiguen, pero no sé hasta qué punto ese grito confía en que al final nadie se atreva a hacerlo.

Todo esto que está sucediendo debe encendernos los focos rojos, porque viendo estos procesos uno logra entender por qué tenemos las mejores leyes del sistema nacional anticorrupción, pero no tenemos fiscales, y por qué tenemos los mejores deseos de acabar con la impunidad, pero lo hacemos encerrados en la impunidad misma.

Sin duda, vivimos una época en la que los Estados sufren gravemente. En ese sentido, tanto Anaya, como Meade y como López Obrador tienen que saber que los Estados no se improvisan, es más un Estado es casi como el curso de un río, se tarda siglos en marcar su rumbo y basta un terremoto -como a los que desafortunadamente ya nos estamos acostumbrando los mexicanos- para cambiar su curso en un instante.

Por lo tanto, aunque el revolucionario social y amoroso quiera cambiar el régimen, y el reformador de Querétaro también, deben ser conscientes de que el cambio no puede llevar consigo el incumplimiento sistémico de las propias leyes que aprueban, o aunque no las aprueben les vinculan, como a usted y a mí a pagar impuestos que ellos se terminan gastando por nada.

Todos los que están ahora deberían de ser más cuidadosos, porque mañana ellos se pueden ver como dicen algunas lápidas en los cementerios: “como te ves me vi, como me ves te verás”.

Antonio Navalón/@antonio_navalon

*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo

smg