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Viernes 29 de Marzo 2024

#OpiniónCapital Salida fácil

 

Anaya reclama al Presidente de la República que saque las manos del proceso electoral, pero no ha logrado dar una versión creíble del origen de su fortuna


Ricardo Anaya Cortés es candidato presidencial por su habilidad para escalar posiciones haciendo pactos con los representantes de los diversos grupos que se mueven hacia el interior del Partido Acción Nacional. Pero también alcanzó su propósito dejando lleno el camino de resabios y enemigos. Poco le importó enviar a quien lo encumbró al mayor de los desamparos políticos, mandándolo incluso de regreso a su tierra porque le cerró todos los caminos en los espacios nacionales.

Y esto quiere decir que al señor Anaya poco le importaron las consecuencias de sus actos siempre y cuando de alcanzar sus propósitos se tratara. Finalmente logró imponer su candidatura presidencial, aunque para ello le haya cerrado no tan solo los espacios a otros aspirantes que se quedaron en el camino, y quienes seguramente esperarán la oportunidad de cobrarle las afrentas.

También logró imponer pragmáticamente una alianza con la izquierda representada por el Partido de la Revolución Democrática, a quien cedió la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México a cambio del apoyo a la suya.

Aparte de dejar el camino sembrado de resabios y enemigos internos entre los sectores duros del panismo que nunca aceptaron esa rara alianza con la izquierda, el señor Anaya dejó muchos cabos sueltos cuando de dar explicaciones se trató a causa de los suntuosos gastos por la estancia de su familia en Estados Unidos. Aunque muchas veces intentó aclarar las cosas, el escarnio popular se volcó en su contra ante la falta de explicaciones coherentes acerca de la procedencia del dinero con el que sufragaba dichos gastos.

Ricardo Anaya recibió un duro golpe al hacerse públicas las triangulaciones que realizó en torno de la venta de una nave industrial, y eso le motivó una sensible baja en la percepción positiva del electorado blanquiazul, pero también problemas con la Procuraduría General de la República, que no dejó pasar la oportunidad de detenerlo en la carrera presidencial haciendo públicas las acusaciones por evasión y un posible enriquecimiento ilícito. Eso marcó el antes y el después, y aquella carrera que inició con la finalidad de rebasar a Andrés Manuel López Obrador ha sufrido un abrupto freno.

La semana pasada acusó a la Procuraduría General de la República de prestarse a la guerra sucia y de utilizar sus atribuciones para dañar el proceso de su candidatura durante las precampañas. Ahora Ricardo Anaya se fue por la salida fácil y reclama al Presidente de la República que saque las manos del proceso electoral y que deje “que el pueblo de México elija en completa libertad”. El problema del señor Anaya es la soberbia, porque tampoco ha logrado dar una versión creíble del origen de su fortuna.

Lanzarse contra el Presidente de la República y señalar que cuando él ocupe la Primera Magistratura consolidará una fiscalía autónoma y apartidista, acompañada por una comisión de la verdad con asistencia internacional para investigar los señalamientos de corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto no lo hace distinto, si no logra explicar fehacientemente el origen de su riqueza y las triangulaciones monetarias para encubrir un presunto enriquecimiento inexplicable. Lo corrupto no se quita acusando a otros de corruptos, y menos lanzando amenazas. Al tiempo.

Vladimir Galeana/@vladimirgaleana

*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo

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