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Jueves 25 de Abril 2024

Controversia en Venezuela por muertes de niños con cáncer

 

CARACAS (AP) — La familia de un niño de 11 años que murió de cáncer mientras esperaba un trasplante de médula ósea realizó el martes su funeral a féretro abierto, dándole a seres queridos la oportunidad de verlo por última vez, mientras se preguntan si se pudo haber evitado el deceso. Erick Altuve yacía en […]


CARACAS (AP) — La familia de un niño de 11 años que murió de cáncer mientras esperaba un trasplante de médula ósea realizó el martes su funeral a féretro abierto, dándole a seres queridos la oportunidad de verlo por última vez, mientras se preguntan si se pudo haber evitado el deceso.

Erick Altuve yacía en el ataúd blanco con bordes dorados, acompañado por pingüinos de peluche, un camioncito y lápices de colores. También había dos botellas de plástico con los batidos de vainilla y chocolate que solía tomar para cobrar energía.

Detrás de él había una cometa con su nombre y un crucifijo de madera.

“Compartir con él era lo mejor”, dijo entre lágrimas el padre, Gilberto Altuve. “Es fuerte saber que ya no está”.

La íntima ceremonia en el barrio pobre de Petare, en Caracas, reflejó la angustia por la crisis humanitaria que se vive en el país y que ha rebasado la capacidad del sistema de salud de Venezuela de proporcionar un tratamiento adecuado a los enfermos.

Erick es uno de varios niños con cáncer cuyas muertes han despertado un enconado debate entre el gobierno y la oposición sobre quién tiene la culpa.

Un grupo de manifestantes se reunió hace unos días afuera del Hospital Pediátrico J.M. de los Ríos, después de que se dio a conocer la noticia de las muertes de Erick y otros tres niños que esperaban un trasplante de médula ósea. Muchos dijeron que el gobierno del presidente Nicolás Maduro es el responsable del colapso en los servicios de salud de Venezuela, que también se encuentra sumida en una profunda crisis con hiperinflación y escasez de alimentos, electricidad y combustible.

El gobierno venezolano, por su parte, aseveró que las sanciones estadounidenses, diseñadas con la intención de obligar a Maduro a dejar el poder, congelaron el dinero que podría haberse utilizado para enviar a los niños a Italia para sus trasplantes de médula ósea. En casos anteriores esas operaciones se financiaban con mediación de la petrolera estatal PDVSA, que es ahora blanco de esas sanciones, según el canciller venezolano Jorge Arreaza.

Hay continuas labores internacionales para ayudar a los niños venezolanos que padecen cáncer. El hospital pediátrico Bambino Gesu del Vaticano anunció el 23 de mayo que cuatro pequeños venezolanos, de 10 a 17 años, habían llegado para recibir tratamientos oncológicos con ayuda de la Cruz Roja internacional.

Venezuela no cuenta con la tecnología para realizar trasplantes de médula, una cirugía compleja en la que se elimina el sistema inmunológico del paciente para descartar cualquier posibilidad de rechazo. Después de la operación, hay un período de espera para ver si el trasplante funcionó y se reestablezca el sistema inmunológico, durante ese tiempo el paciente es sumamente susceptible a infecciones y debe ser monitoreado cuidadosamente.

Erick falleció el domingo en el hospital J.M. de los Ríos, donde los familiares de los enfermos y el personal dijeron que faltan medicamentos e incluso una nutrición decente. Hay indicios de decadencia desde la entrada del edificio: hay poca luz y algunos asientos están dañados.

En el hospital el martes, Edenny Martínez _una de más de una veintena de menores que conservan la esperanza de recibir un trasplante de médula ósea_ está sentada mientras recibe una transfusión sanguínea. La joven de 15 años padece un trastorno hematológico.

“Ahora que está más grande, la enfermedad ha avanzado más. Ella siente más molestia. Ese es el miedo, que un día de estos no despierte”, dijo su madre, Evelline Fernández.

“A veces me dice: ‘Mamá, ya estoy cansada de todo esto’”, comentó Fernández, enfermera con bajos ingresos que no puede costear el tratamiento de su hija. “Pero yo le digo que no, que no hay que cansarse, que al final del camino debe de haber una luz, que alguien nos va a ayudar”.

En su casa, ubicada en una ladera de Petare, Gilberto Altuve dijo que sintió ira e impotencia con la “ignorancia” que cree que contribuyó a la muerte de su hijo, pero no culpó a ningún bando político.

Recordó las ocasiones en las que salía del hospital y lloraba, incapaz de soportar ver a su hijo con problemas para respirar.

“Volvía y me secaba las lágrimas, como lo estoy haciendo ahorita, y entraba con mi cara en alto”, señaló Altuve, que relató cómo su hijo le pedía a él y a su esposa que estuvieran tranquilos.

Con la voz quebrada, repitió algunas de las últimas palabras de Erick.

“Yo sé que yo me puedo morir”, comentó el pequeño a su padre. Pero agregó: “Quiero luchar. Quiero luchar”.

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La periodista de The Associated Press Camille Rodriguez Montilla contribuyó a este despacho.