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Jueves 25 de Abril 2024

Amor y erotismo a los ojos de Vargas Llosa

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El ganador del Premio Cervantes 1994 y del Premio Nobel de Literatura 2010 ofreció esta tarde una conferencia en la Ciudad de México. 


El escritor Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) exhortó a las personas a que a pesar del tiempo, permitan a la imaginación seguir “ardiendo y crujiendo”, pues el amor y el erotismo son fundamentales para saber que se está vivo.

Durante su conferencia “El Muro que tiraron las ideas”, ofrecida este viernes en el auditorio del Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, abordó justamente al amor y al erotismo como un tema universal, constante en el tiempo y el espacio, que está profundamente entrelazado con sus experiencias personales, y motivaciones literarias.

 

“Amor y erotismo han sido fundamentales en mi persona, como para todos los seres humanos sin excepción. El erotismo, que es una de las caras más físicas del amor, enriquece extraordinariamente la vida del cuerpo y el espíritu también”, señalo el autor de obras como Tiempos recios (2019) y La ciudad y los perros (2015). 

 

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El escritor, también de nacionalidad española, solicitó a los asistentes no renunciar a ellos porque, aseguró convencido, “la vida a veces nos lleva a sosegarnos mucho, pero la imaginación sigue ardiendo y crujiendo. Mientras existan esas llaves, uno sabe que está vivo; cuando desaparecen, queda la gran duda”.

 

     Elogio de la madrastra (1988) es una de sus novelas donde se hacen presentes estas dos pasiones, en la cual los personajes bordean la cercanía del incesto. De acuerdo con Tusquets Editores, quien colocó en el mercado esta novela de 200 páginas, “Vargas Llosa nos induce sin paliativos a dejarnos prender en la red sutil de perversidad que, poco a poco, va enredando y ensombreciendo las extraordinarias armonía y felicidad que unen en la plena satisfacción de sus deseos a la sensual ‘doña Lucrecia’ la madrastra; a ‘don Rigoberto’, el padre, solitario practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante de su amada esposa, y al inquietante ‘Fonchito’, el hijo cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo”.

 

La editorial enfatiza que “la reflexión múltiple sobre la felicidad, sus oscuras motivaciones y los paradójicos entresijos del poder putrefactor de la inocencia, que subyace en cada una de sus páginas, sostiene una narración que cumple con las exigencias del género sin por ello deslucir la rica filigrana poética de la escritura”.