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Martes 16 de Abril 2024

El inframundo

 

OPINIÓN / PUNTOS SOBRE LA ÍES/Antonio Navalón Es Semana Santa y los creyentes están a punto de iniciar el Viacrucis. La sangre ya se agolpa en el Salvador y la cruz está lista. Somos un país antiguo, somos una civilización milenaria y en las ciudades mágicas de nuestro pasado existe, como en Bonampak, el culto al inframundo. […]


OPINIÓN / PUNTOS SOBRE LA ÍES/Antonio Navalón

Es Semana Santa y los creyentes están a punto de iniciar el Viacrucis. La sangre ya se agolpa en el Salvador y la cruz está lista.

Somos un país antiguo, somos una civilización milenaria y en las ciudades mágicas de nuestro pasado existe, como en Bonampak, el culto al inframundo.

Por eso es comprensible que nosotros los mexicanos entendamos muy bien lo que significa el mundo de las fosas.

México tiene una realidad por arriba que es tremenda, dolorosa e increíble, basada en la desigualdad social. Y tiene otro mundo por abajo donde están Guerrero, Nuevo León y Veracruz, estados por donde habitan y transitan gran parte de los fantasmas de los llamados desaparecidos.

Cualquier país civilizado se sentiría avergonzado y altamente perturbado si tuviera tantos ciudadanos perdidos y tantos cementerios alternos donde reposan los restos de los sin nombre, asesinados por una razón que se desconoce.

El particular viacrucis de nuestra sociedad es que mientras sigamos viviendo con eso como algo sin solución, no tendremos paz.

Y es que, es necesario darle nombre y apellido a cada calavera, a cada hueso. Es necesario explicarle a cada madre qué fue lo que pasó con su hijo, y a cada esposa por qué razón mataron a su marido.

Esa situación no es algo abstracto que miremos por televisión, no es una serie actuada con personajes ficticios. Porque el invierno ya nos llegó como en Juego de Tronos, y ahora nos lleva a ser un país que pese a tener más de 120 millones de habitantes, no ha sido capaz de encontrar a los más de 30 mil desaparecidos.

Nuestro inframundo nos aprisiona y nos asalta cada día más. Estamos a punto de convertirnos en un país de zombis, porque nos hemos ido muriendo moralmente, y porque seguimos sin entender que no ser capaces de tener respuestas ante la angustia de una madre sobre el destino de sus hijos, nos hace cómplices de aquellos que los dejaron sin paradero.

Como país no podemos seguir transitando por el Ángel de la Independencia siendo ajenos a las demandas sociales. No podemos seguir pisando el grito anónimo que estalla en la Estela de Luz y enfrente de la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec, que nos recuerda el nombre, la edad y los rostros de todos aquellos que aún siguen sin aparecer.

La solidaridad es un principio abstracto que se manifiesta en situaciones como aquel terremoto que nos estremeció. Hoy tenemos un terremoto en el inframundo y es necesario salir a las calles para encontrar la identidad de todos los muertos que provocamos en un país que nunca se dio cuenta que el día que permitió que la muerte fuera gratis, se encaminó directamente al suicidio.

BPG