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Martes 08 de Octubre 2024

De desobediente a veleta

De desobediente a veleta
 

Calderón sepultó al panismo y ahora regresa gracias a la frigidez de la dirigencia panista que se muestra timorata frente a la cuatroté.


Dobleces |

Por: Israel Mendoza Pérez

@imendozape

La orfandad política de Felipe Calderón Hinojosa lo obligó a pasar de ser “el hijo desobediente” a un dirigente pedigüeño. Las últimas palabras dirigidas al panismo por parte de Felipe Calderón en 2018 fueron: “la camarilla que controla al partido ha abandonado por completo los principios fundamentales, las ideas básicas y las propuestas del PAN, y no le interesa sostenerlos, actualizarlos o fortalecerlos”.

Con esa rudeza, Calderón Hinojosa dejó el partido que consolidó su carrera política y en el que militó durante 30 años. Dirigente del partido, legislador, integrante del gabinetazo de Vicente Fox. Alumno destacado de Carlos Castillo Peraza y adorador de la lucha del panismo como férreo opositor al priismo. Calderón Hinojosa rompió con el panismo por la destrucción de la democracia interna, la manipulación del padrón de militantes mediante exclusiones e inclusiones selectivas e ilegales; así como el secuestro de los principios del partido por parte de una “camarilla”. Eso opinaba del partido. Ahora regresa y pide espacios.

Así emprendió un sinuoso camino, de la mano de su consorte, por distintas rutas en la búsqueda de la perpetuidad en el poder político. Su actuar fue en dos pasos, primero: El proyecto transexenal vía Margarita Gómez del Campo ya no era compatible con la actualidad política. Ella renunció a él. Su paso como excandidata independiente a la presidencia fue suficiente prueba para demostrar que no saben vivir fuera del presupuesto. Ella acusó inequidad y polarización en la contienda, pero en la práctica los recursos eran diminutos en comparación con sus enormes ambiciones de poder. El segundo descalabro se los dio el proyecto de sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) elaborado por el magistrado José Luis Vargas Valdez en el que negó el registro como partido a México Libre. Ambas propuestas fracasaron. Calderón ya tuvo un partido y fue presidente, lo demás es su insaciable sed de poder.

Ahora, la mano del dirigente panista Marko Cortés les extendió una salvación ficticia. A final de cuentas es el dirigente que ya sepultó los principios más elementales del partido fundados por Manuel Gómez Morín. Derrumbó la historia del panismo desde el momento en que se unió al PRI para crear una alianza de conveniencia.

Marko Cortés le abrió las puertas a quien jugó un papel de disidente a quien los calificó de camarilla y antidemocráticos; a la otrora familia del panismo duro que, en su momento, también ostentó la mayoría de cargos y que siempre se mantuvo dentro o cerca de la cúpula del partido gracias a que conocía los entresijos de la burocracia partidista.

Calderón sepultó al panismo y ahora regresa gracias a la frigidez de la dirigencia panista que se muestra timorata frente a la cuatroté. El miedo del PAN a no conseguir espacios dentro del congreso, presidencias municipales y alguna gubernatura llevaron a Marco Cortés a adoptar a “México Libre” a cambio de aprender a mangonear al PAN como lo hizo Felipe Calderón en los años noventa. Así de fácil.