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Jueves 18 de Abril 2024

El encanto del poder y el dinero

 

OPINIÓN / LA COYUNTURA/Vladimir Galena Muchos hemos hablado de la extraña seducción del ejercicio político. El poder subyuga a cualquiera, pero cuando se une con el dinero la locura es el siguiente escaño. Dinero y poder son las más grandes aspiraciones de quienes se sienten con cualidades para conducir el destino de los demás, y por desgracia […]


OPINIÓN / LA COYUNTURA/Vladimir Galena

Muchos hemos hablado de la extraña seducción del ejercicio político. El poder subyuga a cualquiera, pero cuando se une con el dinero la locura es el siguiente escaño. Dinero y poder son las más grandes aspiraciones de quienes se sienten con cualidades para conducir el destino de los demás, y por desgracia estamos ante una generación de hombres y mujeres que han hecho de la tarea pública una verdadera desgracia.

Los políticos disponen del dinero público para su beneficio y hasta ahora las cosas se mantenían dentro de los parámetros de la prudencia, pero en este sexenio hemos descubierto lo que es capaz de generar la voracidad. El caso de Javier Duarte de Ochoa y su esposa no tiene parangón, y aunque los procesos de transparencia han avanzado y ahora nos enteramos de muchas cosas, poco les importa, cuando de enriquecerse se trata.

Quien iniciara su carrera como sobrecargo y después incursionara en la política hasta llegar a la cúspide de la izquierda mexicana, no encuentra cómo explicar que de pronto le aparece un departamento de más de un millón de dólares en Miami que había olvidado declarar, pero tampoco ha podido explicar coherentemente la forma en que lo adquirió.

Hay que señalar que Miami es un lugar que ahora atrae a nuestra pudiente clase política, porque no tan sólo la lideresa perredista tiene propiedades ahí: Javier Duarte de Ochoa invirtió ahí; Roberto Borge gastó más de 100 millones de pesos en un piso completo en la zona dorada, y ni qué decir de los hijos del líder petrolero Carlos Romero Deschamps, o los de Andrés Granier, a quien ya ni siquiera visitan en el lugar donde está recluido.

El hijo del señor Yunes de pronto se convirtió en un floreciente funcionario inmobiliario adquiriendo propiedades de lujo en Manhattan, y eso lo hace parecerse a Javier Duarte de Ochoa y a muchos otros que aprovecharon los cargos públicos para enriquecerse groseramente mientras la pobreza se nos acumula. Miguel Ángel Yunes Linares coloca ahora a su estirpe en Veracruz, pero me viene a la mente que cuando fue director general del ISSSTE desapareció mil 500 millones de pesos.

Para decirlo más claro, el gobernador de Veracruz no puede explicar coherentemente el origen de su riqueza. Pero su caso también será paradigmático en la historia política del país pues impondrá a su hijo como candidato al gobierno municipal de Veracruz, mientras el otro se preparará para sucederlo en la gubernatura. Si la dirigencia panista cede ante la presión que está realizando, perderá cualquier vestigio de vergüenza y, de ribete, la Presidencia de la República. Al tiempo.