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Sábado 07 de Diciembre 2024

Se murió la prisa

 

Es entonces cuando a la fuerza de un retiro se han ido descubriendo y apreciando de manera resilente, las cosas positivas que hay en un encierro de hogar.


De Oficio Reportero |

Para nadie o para la mayoría, esta claro que cuando pase la Pandemia del Covid19 el mundo, si, el mundo ha no será igual.

Para miles de millones de seres humanos, la lección del virus, aún no ha terminado aunque en distintos países se ha ido avanzando para superar retiros sociales, congelar la economía, darse cuenta como, como en Reloj de Arena que al ponerlo de cabeza, va dejando caer micro partículas que, comparadas con empleos también están en caída libre con los efectos colaterales muy graves que implica.

Es entonces cuando a la fuerza de un retiro se han ido descubriendo y apreciando de manera resilente, las cosas positivas que hay en un encierro de hogar. Una convivencia como nunca se pensó. Con la familia o en la soledad, en donde se entiende a la mujer que como ama de casa no era apreciada en el enorme esfuerzo diario de tener el timón de una casa. De los hijos.

En donde hay días en que se vienen encima los muros de la casa. Que asfixia ese no poder salir. No poder visitar. No poder nada que no sea dentro de casa, protegiéndose nada mas del riesgo de no contagiarse o contagiar el virus. Ese microscópico enemigo de la Humanidad y verdugo de mucha de ella.

Pues así, enterándonos de cuanto suben las cifras de contagiados, hospitalizados, entubados, en las dos semanas mas difíciles para salir adelante, que en testimonio de muchos, alecciona que no se trata ni de una mentira ni de algo leve que si cobra miles de vidas. Independientemente de que quienes padecen enfermedades crónico degenerativas, son mas las víctimas mortales.

Entender y apreciar el invaluable servicio y entrega de todo lo que conforma la operación de un Hospital con todos sus inquilinos que sirven exponen y arriesgan su vida, por salvar a otros, contando hasta los dignos encargados de limpieza y de ahí para arriba hsta llegar a los médicos, sean hombres o mujeres.

De ahí, el saber que LA PRISA HA MUERTO. Entre ls bajas de vidas, se ha ido también la de LA PRISA. Ya no presiona ni asfixia. Ya no enerva a lo seres humanos que por ella, se confrontaban a cada instante del día, por llegar a tiempo, por encontrarse con semejantes en reuniones de o para negocios, para entablar o mantener una relación sentimental, o familiar o de amistad.

Ha muerto LA PRISA. Ya no genera el estrés que desemboca en ciolítis, ulcera. En inflamación estomago intestinal. De dolores de cabeza. Ya se acabó sufrir a la ya fallecida PRISA que creyó que iría aún ganado mas terrenos a los seres humanos.

Ya no hay PRISA. Esta muerta. Esta imperceptiblemente ausente . No habrá riesgo alguno de que regrese porque el virus microscópico ya cambió al mundo, a las costumbres de quienes aún lo habitamos.

Las muertes de miles de personas por otras enfermedades arrastran a sus deudos o sufrir no sólo por la ausencia permanente sino porque, con las medidas sanitarias, impiden los velorios, los entierros que había. La actual emergencia sanitaria incluye ya en los cementerios, pasar a mas de 15 personas con un féretro. A hacer rápido el descenso del ataúd a la fosa y de cubrirla con planchas de cemento y tierra. La cremación se ha impuesto ante la realidad. Cajas mortuorias selladas, urnas igualmente selladas son la secuela de una defunción. Dolor inolvidable de no haber podido acompañar al ser querido antes de irse para siempre.

Ha muerto LA PRISA. Nadie ya la extraña. Cuando esto pase o se logre una vacuna que evite que se sigan contagiando y hasta muriendo muchos seres humanos mas, los seres humanos nos daremos cuenta de que no seremos los mismos.

 

 

 

POR: RAUL SANCHEZ CARRILLO

sanchezcarrillo.com